Muere el poeta jerezano José Manuel Caballero Bonald

 


El mundo de las letras, el de las artes por lo común, casa mal con las clasificaciones. Aunque las matemáticas tienen mucho de poesía y viceversa -con el parentesco etimológico de la métrica, nada menos-, los ordinales apenas combinan con la lírica, la prosa y el relato. Porque muchos autores, sus poemarios, novelas o cuentos pueden vivir simultáneamente en la mente del lector, aún más trascendente que el escritor, en el mismo plano, a un tiempo, sin anularse ni sobreponerse unos a otros. Con todo, los letraheridos también son tan humanos, frívolos y morbosos como los demas, víctimas de la tentación de ordenar y en ese vicio, José Manuel Caballero Bonald, aparece como el autor más importante de los nacidos en Cádiz en el siglo XX, sólo a la sombra de Rafael Alberti. Con una obra más prolífica, transversal y trascendente que otros grandes como José María Pemán (aunque naciera en 1897).

La muerte de 'Pepe' Caballero Bonald, esta madrugada, a los 94 años, pone fin a un colectivo casual, o causal, de creadores nacidos a la estela sangrienta, profunda e incurable de la Guerra Civil (tenía diez años de vida cuando estalló), de su larga y sombría posguerra. Cegado por la literatura desde su niñez, compartió generación (no exactamente pero sí de forma sentimental) con grandes autores madurados al mediar el siglo XX: Blas de Otero, Goytisolo, Ángel González, Gil de Biedma... Su foto juntos en el homenaje al doloroso Antonio Machado en Collioure es una imagen icónica, una declaración de intenciones literarias, políticas y humanísticas, políticas. Es la primera imagen reconocible de Caballero Bonald y de este grupo conocido como la Generación del 50.

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