Amaia Salazar y Dolores Redondo
Después de muchos años de geniales novelas negras protagonizadas por detectives masculinos inolvidables
como Philippe Marlowe o Sam Spade, en las que las mujeres solo
interpretaban el papel de víctimas, esposas, instigadoras, o
prostitutas, hoy vamos un paso más allá: Además de detectives
masculinos fascinantes tenemos detectives femeninos consolidados, completos,
que asumen el papel de protagonistas principales y desempeñan el papel
de detectives construyendo personajes que nos hacen esperar con ansia
cada una de sus nuevas historias.
La novela negra crece, evoluciona, se enriquece con nuevos personajes, se actualiza acorde a la sociedad de hoy y se hace un género sólido y con futuro.
Amaia Salazar es una de las nuevas detectives rompedoras, de las que no dejan indiferente.
De momento, nos ha regalado una trilogía y la promesa de la autora de continuar.
¿Quién es Amaia Salazar?
Amaia es Inspectora de la Policía Foral de Navarra,
estudió en Quántico, en la academia del FBI. Está en la treintena,
casada con un escultor americano y cuando empieza la trilogía, no tiene
hijos.
Amaia carga con un terrible pasado, es una persona
luchadora, una superviviente. A pesar de su carácter persistente,
trabajador e inteligente, se enfrenta al rechazo de algunos policías
masculinos, no solo por ser mujer, si no por ser mujer, venir del FBI y
ser su jefa. Amaia no es agresiva, rompe con el estereotipo del género y
no es grosera ni se lía a mamporros cada tres capítulos, aunque, es
cierto que en una ocasión termina a puñetazos con uno de sus policías.
Pero solo una vez.
Amia vive en Pamplona, se crió en un pequeño pueblo del Valle del Baztán, en Elizondo, donde lo sobrenatural se mezcla a diario con lo cotidiano,
la mitología de la tierra envuelve la vida de sus habitantes más allá
de lo que ellos mismos son conscientes. Su tía, refugio de su niñez,
echa las cartas con un acierto que asusta, que a veces va más allá de un
talento especial para la empatía y una sabiduría fruto de muchos años
de observación humana.
Amaia Salazar: Un pasado estremecedor.
El rasgo más impresionante de Amaia proviene de su infancia, del desamparo, el abandono y el miedo producido por una madre enferma mental, con una psicosis profunda, que la maltrató e intentó asesinarla cuando era niña.
Después de semejante suceso, su padre la llevó a vivir con su tía, pero
ella siempre se sintió en peligro. Esto deja en Amaia una “herida
profunda” y una “inseguridad que genera que quien te ha dado la vida y te tiene que proteger te la arrebate”. Amaia no puede dormir a oscuras en las raras ocasiones que puede hacerlo.
Salazar: La policía que se enfrenta a la Bestia.
La increíble fortaleza de Amaia la hace seguir adelante, a pesar de sus demonios, que son muchos y poderosos, y la convierte en una profesional imparable que lucha por aquello en lo que cree.
Amaia trabaja con el inspector Montes, un policía anticuado y machista que atraviesa una crisis personal, y con el subinspector Jonan Etxaide, antropólogo y arqueólogo, un tipo íntegro e inteligente.
Los casos que resuelve Amaia son muy crudos, de los que no dejan dormir: un asesino de niñas, fetichista y descarnado abre la trilogía. No encontramos violencia sanguinaria gratuita
en las novelas de Dolores Redondo. Es una crueldad sutil y descarnada
donde la familia, la magia, el inofensivo negocio de la fabricación de
pasteles tradicionales, la envidia, el amor, la dependencia, la obsesión
fetichista de un asesino por el dulce típico de la zona, la infancia
perdida, la niebla, la violencia, la muerte y la locura se mezclan hasta
conseguir una atmósfera que recuerda a las películas de terror antiguas. No hay tranquilidad para el lector, el horror emocional salpica cada paso que Salazar recorre en el Baztán.
Esperamos que su autora, Dolores Redondo, inicie pronto una nueva serie con Amaia Salazar a la cabeza.
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